Los 230 pasajeros del vuelo F93506 de Frontier Airlines jamás olvidarán lo vivido la tarde del 15 de abril de 2025. Lo que debía ser un trayecto rutinario entre Orlando (Florida) y San Juan (Puerto Rico), terminó convirtiéndose en una experiencia angustiante que rozó la tragedia.
El avión, un Airbus A320neo, intentó aterrizar en el Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín en medio de lo que testigos describen como un aterrizaje “extremadamente agresivo”. Al tocar pista, el tren de aterrizaje delantero se impactó con tal fuerza que una de sus ruedas salió disparada y chocó directamente contra uno de los motores, provocando chispas, fuego y el apagado inmediato de la turbina.
“Sentí el golpe y luego vi fuego en la ventana. Grité. Pensé que íbamos a morir”, relató una de las pasajeras al New York Post. La escena dentro de la cabina fue de pánico colectivo: llantos, gritos, personas rezando y otras llamando a sus familiares para despedirse. En redes sociales circulan videos tomados por los propios pasajeros que muestran los momentos más intensos del incidente: sacudidas violentas, olor a quemado, y el nerviosismo evidente en las voces.
El piloto intentó retomar el vuelo y realizó dos aproximaciones más antes de lograr un tercer aterrizaje exitoso. El silencio que siguió al contacto definitivo con tierra fue abruptamente roto por aplausos, lágrimas y un profundo suspiro colectivo. Nadie resultó herido, pero el trauma vivido dejó huellas.
“Cuando finalmente aterrizamos, todos nos mirábamos como diciendo: ‘¿estamos vivos de verdad?’”, contó otro de los sobrevivientes.
Las autoridades ya investigan qué falló y por qué el impacto fue tan severo como para desprender una rueda. Mientras tanto, para muchos de los pasajeros, el miedo a volar ha dejado de ser una simple ansiedad: ahora tiene forma, fuego y el ruido de una rueda saliendo disparada en medio del cielo caribeño.