El mundo despide al Papa Francisco: el defensor de migrantes, niños y pobres

Por Andrea Vásquez Triana – Focus Latinos

Arte hecho con IA

Más de 250.000 personas acompañaron su despedida en un emotivo recorrido que llevó su cuerpo desde la Plaza de San Pedro hasta la Basílica de Santa María la Mayor en Roma, donde, por voluntad expresa, será sepultado en una ceremonia privada.

La despedida congregó a delegaciones de 148 países y territorios, entre ellos Palestina y Kosovo, además de representantes de casas reales y organismos internacionales. Entre las figuras más destacadas estuvieron los reyes de España, Felipe VI y Letizia, y el expresidente estadounidense Donald Trump, quien asistió junto a otros líderes mundiales como el presidente ucraniano Volodímir Zelenski. Durante su estancia en Roma, Trump y Zelenski sostuvieron un breve encuentro que calificaron como «positivo y productivo».

Una despedida en manos de quienes más amó

Fiel al mensaje que marcó su pontificado, el papa quiso que su último adiós estuviera en manos de los mismos colectivos a los que dedicó su vida: los más vulnerables. Cuarenta representantes de migrantes, personas sin hogar, reclusos, niños y miembros de la comunidad trans participaron en el cortejo llevando rosas blancas, un gesto sencillo pero cargado de simbolismo.

El Vaticano explicó que este acto fue concebido como un homenaje íntimo de los pobres a su mayor defensor. Monseñor Benoni Ambarus, del Episcopado Italiano, recordó que Francisco siempre situó en primer lugar a los marginados: «Son sus hijos quienes lo despiden», afirmó.

Un legado de cercanía y transformación

En sus más de doce años de pontificado, Francisco se convirtió en el rostro de una Iglesia más humana y cercana. Apostó por reformar las estructuras eclesiásticas en favor de los más necesitados y creó iniciativas como el Fondo Jesús Divino Obrero, destinado a ayudar a trabajadores afectados durante la pandemia, financiado en gran parte con recursos personales.

Su legado va más allá de los gestos: transformó la forma en que la Iglesia se relaciona con las periferias del mundo, impulsando una reforma que colocó el Evangelio al servicio de los pobres.

Hijo de migrantes, protector de migrantes

Jorge Mario Bergoglio, nacido en Buenos Aires en 1936, siempre resaltó sus raíces familiares. Su padre, Mario, emigró desde Italia huyendo de la crisis y del régimen fascista, buscando mejores oportunidades en América Latina. Esa memoria viva de la migración moldeó su sensibilidad y su compromiso con los desplazados del mundo.

En su libro Esperanza, publicado pocos meses antes de su fallecimiento, Francisco dejó claro cuánto marcó su vida la experiencia migrante de su familia: “Mi camino jamás podría entenderse sin ellos”, escribió.

En su funeral, el reconocimiento a su labor fue palpable. En palabras recogidas por BBC Mundo, Annamaria Martínez, migrante venezolana residente en Roma, expresó: “Francisco veía en cada uno lo mejor, sin importar de dónde venías”.

Fotos White House

Un adiós universal

La despedida de Francisco logró algo pocas veces visto: reunir en un mismo acto a líderes globales, familias humildes, migrantes, prisioneros y personas de todas las culturas. Para muchos, su figura representó esperanza en tiempos de desesperanza.

Hoy, mientras el mundo llora su partida, queda su huella imborrable: la de un pastor que no solo habló de los más pobres, sino que caminó junto a ellos hasta su último día.

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